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La gestión de proyectos, especialmente en el ámbito ágil, no es ajena a la toma de decisiones basada en el riesgo. Una de las herramientas más esenciales en este proceso es la “Función de utilidad”. Esta función, a grandes rasgos, sirve como una medida cuantitativa que refleja la predisposición o resistencia de un interesado a enfrentar riesgos en el contexto de un proyecto o una decisión empresarial. A través de ella, se puede obtener una comprensión profunda de cómo un individuo o entidad valora diferentes resultados en función de su perfil de riesgo.

En el ámbito de la gestión de proyectos, conocer la función de utilidad de los stakeholders es crucial para comprender y alinear expectativas. Por ejemplo, un inversor con alta aversión al riesgo tendrá una función de utilidad diferente a la de un inversor más arriesgado. Estas diferencias influyen en la dirección y estrategias adoptadas en un proyecto.

El concepto de función de utilidad proviene, en realidad, de la teoría económica. En ella, la utilidad es una medida de satisfacción o placer que un individuo obtiene al consumir un bien o servicio. En el contexto de proyectos, se adapta para referirse al “valor” o “satisfacción” que un interesado obtiene al asumir ciertos niveles de riesgo.

Es importante destacar que no todas las funciones de utilidad son lineales. En algunos casos, pequeños aumentos en el riesgo pueden estar asociados con grandes disminuciones en la utilidad, lo que indica una aversión muy fuerte al riesgo. En otros, la función podría ser más constante, indicando una actitud neutral.

En conclusión, la función de utilidad es una herramienta vital en la toma de decisiones, especialmente cuando se trata de evaluar opciones con diferentes niveles de riesgo. Permite una evaluación objetiva de las preferencias y aversiones de los interesados, lo que, a su vez, facilita una gestión de proyectos más alineada y eficiente.

El análisis de la función de utilidad es realizado por el gerente de proyecto, junto con analistas y, en ocasiones, expertos en riesgos. Se emplea mediante la evaluación de posibles escenarios y sus resultados, y generalmente se lleva a cabo durante las fases de planificación y análisis de riesgos del proyecto. Para este análisis, se suelen utilizar herramientas y técnicas matemáticas basadas en la teoría de decisiones, además de software especializado y las pautas propuestas por el SBOK.

Supongamos que estamos trabajando con un inversor que tiene que decidir entre dos proyectos. Cada proyecto tiene un perfil de riesgo y retorno diferente. La función de utilidad permitirá cuantificar cuánto “valor” asigna el inversor a cada proyecto basándose en sus resultados potenciales y su apetito de riesgo.

Proyecto A: Retorno esperado del 10% con una probabilidad del 90% de éxito.

Proyecto B: Retorno esperado del 30% pero con una probabilidad del 50% de éxito.

La función de utilidad \( U \) del inversor para el proyecto A podría calcularse como:

\[ U(A) = 0.9(10) = 9 \]

Para el proyecto B:

\[ U(B) = 0.5(30) = 15 \]

A pesar de que el proyecto B tiene un retorno esperado más alto, también tiene un riesgo más alto. Sin embargo, basándonos solo en la función de utilidad, el inversor preferiría el Proyecto B porque tiene un valor de utilidad más alto.

La función de utilidad ha demostrado que, aunque el Proyecto A tiene una probabilidad de éxito más alta, el potencial de retorno del Proyecto B lo hace más atractivo para el inversor, siempre y cuando esté dispuesto a asumir el riesgo asociado. Esto subraya la importancia de comprender la relación entre el riesgo y el retorno, y cómo diferentes interesados pueden tener diferentes umbrales de riesgo.

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