En el ámbito de la gestión ágil de proyectos, y específicamente dentro del marco de trabajo Scrum, el término “producto” tiene un significado amplio y versátil. Según la Guía del SBOK, la palabra “producto” no se limita simplemente a un objeto físico o tangible. Se expande para abarcar un producto, un servicio o cualquier otro entregable que pueda proporcionar un valor genuino al cliente o usuario final.
Es fundamental reconocer la diversidad de este término, ya que nos permite comprender mejor la naturaleza intrínsecamente flexible y centrada en el cliente de la gestión ágil. El objetivo principal no es simplemente entregar algo, sino asegurarse de que ese “algo”, ya sea un producto, un servicio o cualquier otro entregable, sea de valor real y significativo para quien lo recibe.
Esta perspectiva centrada en el cliente garantiza que el trabajo realizado dentro del marco Scrum esté alineado con las necesidades y expectativas reales del cliente. Ya no se trata de cumplir con una lista de requisitos, sino de comprender y atender lo que el cliente valora y necesita realmente. Esta adaptabilidad es una de las fortalezas clave del enfoque ágil.
Por otro lado, la definición amplia del término “producto” resalta la necesidad de una comunicación clara y constante con todas las partes interesadas. El equipo Scrum, el dueño del producto y el cliente deben trabajar juntos para definir y comprender qué es exactamente ese “producto” y qué forma tomará.
Además, es esencial que durante todo el proceso de desarrollo, desde la definición del producto hasta su entrega, se tenga una mentalidad de mejora continua. Esto garantiza que el producto o servicio entregado no solo cumpla con las expectativas iniciales, sino que, idealmente, las supere.
Dentro del marco Scrum, es el Dueño del Producto quien define y prioriza las características del producto, basándose en el valor para el cliente. El equipo Scrum, bajo la guía del Scrum Master, es responsable de la creación y entrega del producto. Este desarrollo se lleva a cabo en iteraciones llamadas Sprints, utilizando herramientas y técnicas ágiles específicas. El momento adecuado para la entrega del producto es al final de cada Sprint, durante una revisión, donde se presenta el incremento del producto.
Algunos ejemplos son los siguientes:
- Un software diseñado para mejorar la eficiencia operativa de una empresa. Aunque es un producto intangible, brinda un valor claro al cliente al optimizar procesos.
- Una consultoría para una organización sin fines de lucro, ofreciendo estrategias para aumentar su alcance y financiamiento. Aquí, el “producto” es el servicio de asesoramiento.
- Una serie de tutoriales en video para una plataforma educativa en línea. Aunque no es un producto físico, tiene un valor educativo para los usuarios.
- Una aplicación móvil desarrollada para un minorista que permite a los clientes comprar productos y acceder a ofertas exclusivas.
- Un informe detallado después de un análisis de mercado, brindando a una empresa información valiosa sobre tendencias y oportunidades emergentes.