La Teoría X es un concepto clave en el mundo de la gestión y, según el SBOK, tiene implicaciones significativas en la gestión de proyectos ágiles. Esta teoría propone una percepción bastante pesimista de los empleados. Se basa en la creencia de que los empleados tienden a ser perezosos por naturaleza, carecen de ambición y prefieren ser dirigidos en lugar de tomar la iniciativa.
Según la Teoría X, los empleados no disfrutan de su trabajo. De hecho, harán todo lo posible por evitarlo. Dado este supuesto, es necesario que los líderes y gerentes adopten un estilo de gestión autoritario para garantizar que se realice el trabajo. En esta perspectiva, la supervisión constante, el control estricto y las amenazas de sanciones son necesarios para mantener a los empleados en línea y garantizar la productividad.
Desde una perspectiva ágil, la Teoría X puede parecer contraintuitiva. Scrum y otras metodologías ágiles se centran en la autogestión de equipos y en confiar en la capacidad de los miembros del equipo para tomar decisiones y gestionar su propio trabajo. Sin embargo, es importante recordar que la Teoría X es solo una teoría de gestión, y hay otras teorías, como la Teoría Y, que ofrecen una visión más positiva de la naturaleza humana.
Aplicar la Teoría X en un entorno ágil puede ser problemático. Si bien es cierto que algunos empleados pueden necesitar más dirección que otros, la premisa de la Teoría X puede chocar con los principios ágiles de confianza, colaboración y empoderamiento. Por ello, es esencial que los líderes y gerentes de proyectos comprendan bien esta teoría y sus implicaciones, para evitar caer en trampas potenciales.
La Teoría X ha sido objeto de críticas y debates desde su concepción. Aunque puede tener aplicaciones válidas en ciertas situaciones o industrias, es esencial que los líderes sean conscientes de sus limitaciones y estén dispuestos a adaptar su enfoque de gestión según las circunstancias y las necesidades del equipo.
La Teoría X es promulgada principalmente por líderes y gerentes que creen que los empleados necesitan una dirección y supervisión constante. Adoptan un enfoque autoritario, utilizando herramientas y técnicas que ejerzan control y autoridad sobre los empleados. Esta forma de gestión suele aplicarse cuando los líderes perciben que el equipo o los empleados no están motivados o no pueden ser confiables para completar el trabajo sin una supervisión constante.
Algunos ejemplos son los siguientes:
- Un gerente que instala cámaras de vigilancia en el espacio de trabajo para monitorear a los empleados continuamente está operando bajo la Teoría X.
- En un entorno de oficina, un supervisor que requiere reportes diarios detallados de las actividades de cada empleado, reflejando desconfianza en su autonomía.
- Una empresa que penaliza a los empleados por llegar incluso unos minutos tarde, presuponiendo una tendencia natural a evadir responsabilidades.
- Un líder que evita delegar tareas importantes porque cree que los empleados no las manejarán adecuadamente sin su intervención directa.
- Una organización que implementa un estricto sistema de recompensas y castigos, asumiendo que los empleados solo trabajarán eficientemente bajo la amenaza de sanciones.